jueves, 29 de octubre de 2015

EL REY DAVID-4



DAVID ENTRE LOS FILISTEOS

Se levantó, pues, David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo se pasó a Aquis hijo de Maoc, rey de Gat.
Y vino a Saúl la nueva de que David había huido a Gad, y no lo buscó más.
Y David dijo a Aquis: Si he hallado gracia ante tu ojos, sea dado lugar en algunas de las aldeas para que habite allí; pues ¿por qué ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real?
Y Aquis le dio aquel día a Siclag, por lo cual Siclag vino a ser de los reyes de Judá hasta hoy. Fue el número de los días que David habitó en la tierra de los filisteos, un año y cuatro meses.
Y asolaba David el país, y no dejaba con vida hombre ni mujer; y se llevaba las ovejas, las vacas, los asnos, los camellos y las ropas, y regresaba a Aquis.
Y decía Aquis: ¿Dónde habéis merodeado hoy? Y David decía: En el Neguev de Judá, y el Neguev de Jerameel, o en el Neguev de los ceneos.
Ni hombre ni mujer dejaba David con vida para que viniesen a Gat; diciendo: No sea que den aviso de nosotros y digan: Esto hizo David. Y esto fue su costumbre todo el tiempo que moró en la tierra de los filisteos. Y Aquis creía a David, y decía: El se ha hecho abominable a su pueblo de Israel, y será siempre mi siervo.
Aconteció en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y dijo Aquis a David: Ten entendido que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres.
Y David respondió a Aquis: Muy bien, tú sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, yo te constituiré guarda de mi persona durante toda mi vida. (1 S 27:2 al 12-1 S 28:1-2)
 
 



LOS FILISTEOS DESCONFÍAN DE DAVID


Y cuando los príncipes de los filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquis.
Y dijeron los príncipes de los filisteos: ¿Qué hacen aquí estos hebreos? Y Aquis respondió a los príncipes de los filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo por días y años, y no he hallado falta en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy?
Entonces los príncipes de los filisteos se enojaron contra él, y le dijeron: Despide a éste hombre, para que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo; porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?
Y Aquis llamó a David y le dijo: Vive Jehová, que tú has sido recto, y que ha parecido bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy; más a los ojos de los príncipes no agradas.
Vuélvete, pues, y vete en paz, para no desagradar a los príncipes de los filisteos. Levántate, pues, de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos al amanecer, marchad.
Y se levantó David de mañana, él y sus hombres, para irse y volver a la tierra de los filisteos; y los filisteos fueron a Jesreel. (1 S 29:2 al 7-10-11)





DAVID DERROTA A LOS AMALECITAS

Cuando David y sus hombres vinieron a Siclag al tercer día, los de Amalec habían invadido el Neguev y a siclav, y habían asolado a Siclav y le habían prendido fuego. Y se habían llevado cautivas a las mujeres y a todos los que estaban allí, desde el menor hasta el mayor; pero a nadie habían dado muerte, sino se los habían llevado al seguir su camino.
Y David se angustió mucho, porque el pueblo hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba en amargura de alma, cada uno por sus hijas y por sus hijos; mas David se fortaleció en Jehová su Dios.
Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Perseguiré a estos merodeadores? ¿Los podré alcanzar? Y él le dijo: Síguelos, porque ciertamente los alcanzarás, y de cierto librarás a los cautivos.
Partió, pues, David, él y los seiscientos que con él estaban, y llegaron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos. Y David siguió adelante con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
Y hallaron en el campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le dieron a beber agua.
Y le dijo David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Júrame por Dios que no me matarás, ni me entregarás en mano de mi amo, y yo te llevaré a esa gente.
Lo llevó, pues; y he aquí que estaban desparramados sobre toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por todo aquel gran botín que habían tomado de la tierra de los filisteos y de la tierra de Judá.
Y los hirió David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente; y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos jóvenes que montaron sobre los camellos y huyeron. Y libró David todo lo que los amalecitas habían tomado, y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
Y no les faltó cosa alguna, chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que le habían tomado; todo lo recuperó David. Tomó también David todas las ovejas y el ganado mayor; y trayéndolo todo delante, decían: Este es el botín de David.
Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, y ellos salieron a recibir a David y al pueblo que con él estaba. Y cuando David llegó a la gente, les saludó con paz. (1 S 30:1 al 11-15 al 21)


MUERTE DE SAÚL Y SUS HIJOS -DAVID OYE DE LA MUERTE DE SAÚL


Los filisteos, pues, pelearon contra Israel, y los de Israel huyeron delante de los filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa.
Y siguiendo los filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, a Abinadab y a Malquisúa, hijos de Saúl.
Entonces dijo Saúl a su escudero: saca tu espada y traspásame con ella, para que no vengan estos incircuncisos y me traspasen, y me encarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl su propia espada y se hechó sobre ella.
Y viendo su escudero a Saúl muerto, él también se hechó sobre su espada, y murió con él.
Así murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero y todos sus varones.
(1 S 31:1 al 6)
Aconteció que después de la muerte de Saúl, que vuelto David de la derrota de lo amalecitas, estuvo dos días en Siclag.
Al tercer día, sucedió que vino uno del campamento de Saúl, roto sus vestidos, y tierra sobre su cabeza; y llegando a David, se postró en tierra e hizo reverencia.
Y le preguntó David : ¿De dónde vienes? Y él respondió: Me he escapado del campamento de Israel.
David le dijo: ¿Qué ha acontecido? Y él respondió: el pueblo huyó de la batalla, y también muchos del pueblo cayeron y son muertos; también Saúl y Jonatán su hijo murieron.
Y endechó David a Saúl y a Jonatán su hijo. (2 S 1:1 al 4-17)


DAVID ES PROCLAMADO REY DE JUDÁ


Después de esto aconteció que David consultó a Jehová diciendo: ¿Subiré a alguna de las ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir: ¿A dónde subiré? Y él le dijo: a Hebrón.
David subió allá, y con él sus dos mujeres.
Llevó también consigo a los hombres que con él habían estado, cada uno con su familia; los cuales moraron en las ciudades de Hebrón.Y vinieron los varones de Judá  y ungieron allí a David por rey sobre la casa de Judá. (2 S 2:1 al 4)



miércoles, 28 de octubre de 2015

EL REY DAVID-Parte 3



DAVID EN EL DESIERTO

Dieron aviso a David, diciendo: He aquí que los filisteos combaten a Keila, y roban las eras. Y David consultó a Jehová, diciendo: ¿Iré a atacar a estos  filisteos? Y Jehová respondió a David: Vé, ataca a los filisteos, y libra a Keila.
Fue, pues, David con sus hombres a Keila, y peleó contra los filisteos, se llevó sus ganados, y les causó una gran derrota; y libró David a los de Keila.
Y fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras.
Y convocó Saúl a todo el pueblo a la batalla para descender a Keila, y poner sitio a David y a sus hombres.
Mas entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: trae el efod. Y dijo luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y Jehová respondió: Os entregaran.
David entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y salieron de Keila, y anduvieron de un lugar a otro. Y vino a Saúl la nueva de que David se había escapado de Keila, y desistió de salir. Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.
(1 S 23:1-2-5-7-8-9-12-13-14)




Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl y vino a David a Hores, y fortaleció su mano en Dios. Y le dijo: no temas, pues no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tu reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de ti; y aún Saúl mi padre así lo sabe.
Y ambos hicieron pacto delante de Jehová; y David se quedó en Hores, y Jonatán se volvió a su casa.
Después subieron los de Zif para decirle a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas de Hores, en el collado de Haquila , que está al sur del desierto?
Y Saúl dijo: Bendito seáis vosotros de Jehová, que habéis tenido compasión de mí. Observad, pues, e informaos de todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con información segura, y yo iré con vosotros; y si él estuviere en la tierra, yo le buscaré entre todos los millares de Judá.
Y se fue Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a la peña, y se quedó en el desierto de Maón.
Y Saúl iba por un lado del monte, y David y sus hombres por el otro lado del monte, y se daba prisa David para escapar de Saúl; mas Saúl y sus hombres habían encerrado a David y a su gente para capturarlos. Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los filisteos han hecho una irrupción en el país.
Volvió, por tanto, Saúl de perseguir a David y partió contra los filisteos. Entonces David subió de allí y habitó en los lugares fuertes de Engadí. (1 S 23:16 al 19-21-23-25-26-28-29)


DAVID PERDONA LA VIDA DE SAÚL EN EN-GADI


Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron aviso diciendo: He aquí David está en el desierto de En-gadi. Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de sus hombres, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
Y cuando llegó a un redil de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella para cubrir sus pies; y David y sus hombres estaban sentados en los rincones de la cueva.
Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová.
Así reprimió  David a sus hombres con palabras, y no permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl saliendo de la cueva, siguió su camino. También David se levantó y saliendo de la cueva dio voces detrás de Saúl, diciendo:¡Mi señor el rey! Y cuando Saúl miró hacia atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.
Y dijo David a Saúl; ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?
He aquí han visto hoy tus ojos cómo Jehová te ha puesto hoy en mis manos en la cueva; y me dijeron que te matase, pero te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido de Jehová. Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto; porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté.
Juzgue Jehová entre tú y yo, y véngueme de ti Jehová; pero mi mano no será contra ti. Y aconteció que cuando David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzó su voz y lloró, y dijo a David:  Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.
Y ahora, como yo entiendo que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable, júrame, pues, ahora por Jehová, que no destruirás mi descendencia después de mi, ni borrarás mi nombre de la casa de mi padre.
Entonces David juró a Saúl. Y se fue Saúl a su casa, y David y sus hombres subieron al lugar fuerte.
(1 S 24:1 al 4-6 al 12-16-17-20-21-22)



DAVID Y ABIGAIL

Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y se levantó David y se fue al desierto de Parán.
Y en Món había un hombre que tenía su hacienda en Carmel, el cual era muy rico, y tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció que estaba esquilando sus ovejas en Carmel. Y aquel hombre se llamaba Nabal, y su mujer, Abigail.
Y oyó David que Nabal esquilaba sus ovejas. Entonces envió David diez jóvenes y les dijo: Subid a Carmel e id a Nabal, y saludadle en mi nombre, y decidle así:  Sea paz a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes.
Hallen estos jóvenes gracias a tus ojos, porque hemos venido en buen día; te ruego que des lo que tuvieres a mano a tu siervo y a tu hijo David. Cuando llegaron los jóvenes enviados por David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron.
Y Nabal respondió a los jóvenes enviados por David, y dijo: ¿Quién es David, y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que huyen de sus señores.
¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y la carne que he preparado para mis esquiladores, y darla a hombres que no sé  de dónde son?
Y los jóvenes que había enviado David se volvieron por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras.
Entonces David dijo a su hombres: Cíñase cada uno su espada. Y se ciñó cada uno su espada, también David se ciño su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.
Pero uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido.
Y aquellos hombres han sido muy buenos con nosotros, y nunca nos han tratado mal, ni nos falto nada en todo el tiempo que anduvimos con ellos, cuando estábamos en el campo.