martes, 3 de noviembre de 2015

JOSÉ, HIJO DE JACOB



NACIMIENTO DE JOSÉ

Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: dame hijos, o si no, me muero.
Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?
Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos.
Y concibió y dio a luz un hijo, y dijo: Dios a quitado mi afrenta; y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo. (Gn 30:1-2-22-23-24)



JOSÉ ES VENDIDO POR SUS HERMANOS

Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos.
Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo un túnica de diversos colores.
Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente.
Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos ; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. Soñó aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos: He aquí he soñado que, el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. Y lo contó a su padre y le reprendió, y dijo: ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti?
Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.
Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven te enviaré a ellos. Y él respondió heme aquí.
Cuando ellos lo vieron de lejos, antes de que llegara cerca de ellos conspiraron contra él para matarle.
Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre.
Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica de colores que tenía sobre sí; y le echaron en la cisterna.
Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto.
Entonces tomaron sus hermanos la túnica de José, y degollaron un cabrito y tiñeron la túnica con la sangre; y se la llevaron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo o no.
Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado.
Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.



JOSÉ Y LA ESPOSA DE POTIFAR

Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá.
Más Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacia prosperar en su mano.
Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía.
Y dejó todo lo que tenía  en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia.
Aconteció después de seto , que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo.
Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi amo no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y a puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios  ?
Aconteció un día que entró él en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. Y ella le asió por su ropa diciendo: duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. Y ella puso junto a sí su ropa de José, hasta que vino su señor a su casa.
Entonces le habló diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mi para deshonrarme. Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera.

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Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel.
Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel.
Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que allí se hacía, él lo hacía.
 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová esteba con José, y lo que hacía, Jehová lo prosperaba. (Gn 39:1 al 12-16 al 23)




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